Una excusa y un café

Qué nostalgia de aquellos tiempos presenciales de oficina en que íbamos, de a dos o más, por un café. Una excusa para un café. Porque lo importante no era lo que bebíamos sino todo lo que viene con ello y su ida a por él: comentar los vaivenes y turbulencias previas al aterrizaje en la oficina, ver el sol matutino, relajarse, respirar, y calmar el ritmo del mundo otra vez.

Una mañana cualquiera de la época virtual y pandémica, en que pensaba que ya no tendría que batallar contra el tiempo, descubro que este día, es la excepción.

8.00 am. Preparo el desayuno. Ambos niños están vestidos, el mayor listo para conectarse a clases on line ya que, como grupo dos, asistirá presencial la semana siguiente. El menor, listo para ir al colegio. Toman su taza de leche y comen pan con palta.

8.10 am. Hijo, ¿vamos? Quiero hacer pipí. ¿De nuevo? Sí. Bueno, vamos al baño.

8.13 am. Hijo ponte la chaqueta y la mascarilla para ir al colegio. No quiero. Te tienes que poner la chaqueta porque hace frío. No quiero ir al colegio. Rayos, esto no estaba en los planes. Hijo, vamos a llegar tarde y yo tengo que trabajar, digo de manera poco asertiva, apoderada del estrés y la impulsividad. No quiero ir al colegio, repite, escondido bajo los muebles.

8.15 am. (Hora de entrada al colegio) ¡Amor! El niño no quiere ir al colegio. Justo el día que lo llevo yo. Toda la semana lo ha ido a dejar el papá y yo lo voy a buscar. Pero esta vez quisimos cambiar, dada su reunión virtual a las 8.45 am. Tiene que ir, me replica.

8.17 am. Hijo, vamos. No, no quiero, rebate aún debajo de los muebles. A ver, sal de debajo de los muebles para que podamos conversar. Ven. Logro que salga y se levante. Ven. Sentémonos aquí (en el sillón del living). Hijo, ¿por qué no quieres ir? Pregunta, intrigado, su hermano. Hijo ven, reitero. Lo siento en mis piernas. No quieres ir por lo que te ocurrió ayer, ¿cierto? Sí, contesta tristemente. Pero no te va a volver a pasar, tú ya sabes ir al baño solito y le dirás a la profesora “miss, quiero hacer pipí”.

8.25 am. Se sienta el papá en el living. Venga mi niño. Hijo, mi responsabilidad es trabajar, la responsabilidad de la mamá es trabajar, la responsabilidad de tu hermano es estudiar, y la responsabilidad tuya es estudiar. Mira, cuando llegues, yo te tendré un premio: podrás ver varios capítulos de tus monitos favoritos, y un chocolate. Una sonrisa se esboza en el rostro del niño. ¿Vamos al colegio? No, no quiero. Quiero ir con mi hermano. Esto sigue sin funcionar. Decido dar la batalla por perdida, y por tanto, me saco la chaqueta, tomo la de él, y las guardo.

8.35 am. El niño bajo los muebles otra vez, mi marido y yo tomando desayuno. Ok hijo, hoy no irás al colegio, pero el lunes sí. Comienzo a disfrutar mi café y mi pan con palta, resignada y entregado, hasta que un escucho un llanto: “¡el papá y la mamá no me aman!”. Hijo, te amamos mucho, ven. ¡quiero ir al colegio! Esto es broma, digo en tono irónico. ¿Quieres ir al colegio? ¡Sí!

8.40 am. Vuelvo a buscar su chaqueta y la mía. Olvido las mascarillas. Lo noto mientras voy manejando. No puedo devolverme después de, finalmente, haber ganado la batalla, porque puedo, en un segundo, perderla otra vez. Veo una para mí en la guantera, genial, y él tiene en la mochila.

8.50 am. Estamos en la puerta del colegio. Pasamos. Ambos. No ha querido pasar solo a su sala y menos hoy. La secretaria toca la puerta de su sala. Sale la profesora ayudante. Mi niño se esconde tras de mí. Era de esperar. Así como también me esperarán en mi reunión de las 9.00 de cuyos integrantes aún no tengo sus números para comunicarme instantáneamente. La miss lo invita a pasar. No quiere. Sigue escondido detrás mío. Entre las dos lo guiamos a la puerta. Al menos no llora. La miss lo toma, le dice que los amigos lo están esperando. Entra. Al menos no llora. Me voy rápidamente pensando uf ya entró, pero me desvío para mirar desde lejos por la pequeña ventana de la pequeña sala, cómo quedó. Al menos no llora. Me acerco a la puerta de salida. La secretaria sale a abrirme a la puerta. Notando mi angustia me dice “a uno le cuesta acostumbrarse y no les va a costar a ellos esta intermitencia”. Y pienso que tiene toda la razón. Cualquier cosa yo le aviso, vaya tranquila. Gracias. Al menos ahora estoy aquí al lado, en la casa, y cualquier cosa estoy aquí en dos minutos.

8.59 am. Subo al auto y regreso a la casa. Miro la hora, 9.05, genial, solo estoy cinco minutos atrasada para la reunión.

9.05 am. Abro la puerta. “Es que no sé por qué el Gaspar no se puede conectar a la clase de Valores y nadie me contesta el chat”. Rayos otra vez. Me acerco a su computador, a mirar el calendario de Teams a ver si doy con la solución. Valores aparece cancelado. Aun nadie contesta el wasap del curso. Muy tarde me percaté que, a pesar de que el bloque aparezca cancelado, el link de conexión está disponible. Pienso en plan B.

9.08 am. Mamá del mejor amigo. Llamado por wasap. Hooola ¿cómo estás? ¿Tu niño está en el colegio? ¿Me puedes enviar el link de la clase de Valores? Al mail porfa. Ok te doy mi mail por wasap.

9.11 am. Entro a mi mail, veo el link. Conectado. Segundo problema solucionado. Podré, al fin, conectarme a mi reunión y a mi trabajo.

9.12 am. Logro sentarme en mi escritorio. Veo los chat de Teams: hola! Te estamos esperando! Hola! ¿Te unes a la reunión?”. Hago click en Unirse a la reunión. Hola! Mil disculpas, he tenido una mañana de locos. Bueno, pero ya estás acá, te entiendo, yo tengo tres chicos, el mayor de 13 y los mellizos de 9, y estoy solo con ellos. ¡Qué aliviador se siente esa respuesta tan empática! Intento conectarme al lenguaje técnico de los tratamientos para una de las enfermedades poco frecuentes, mientras mi café ya se enfrió y la mitad del pan restante me queda con gusto a poco.

9.50 am. Mensaje de wasap. Hola Pato cómo estás? Puedes que nos reunamos a las 10.30 en vez de las 10? Sí, no hay problema.

9.58 am. Bueno entonces lo dejamos hasta aquí. Cualquier cosa me escriben. Estupendo, pienso, tengo media hora antes de la siguiente reunión.

Me paro de la silla, la cabeza me retumba, me estiro. ¿Café? ¿Vamos a tomar un café?

Tristemente, hoy el vamos se transformó en voy. Qué nostalgia de aquellos tiempos presenciales de oficina en que íbamos, de a dos o más, por un café. Una excusa para un café. Porque lo importante no era lo que bebíamos sino todo lo que viene con ello y su ida a por él: comentar los vaivenes y turbulencias previas al aterrizaje en la oficina, ver el sol matutino, relajarse, respirar, y calmar el ritmo del mundo otra vez. Qué ganas de poder salir de casa, cruzar la calle, y que hubiera una cafetería para ir por ese café… Salgo a caminar por el condominio. No hay cafetería a la salida. No está la tía del café de al frente. Vuelvo. Voy a la cocina, y me preparo mi café.

Les comento, virtualmente, esta situación a los dos ex colegas con los cuales siempre había una excusa para ese café, a lo cual uno de ellos replica “tengo tantas ganas de un café de la cafetera, espero que podamos beberlo pronto juntos nuevamente los tres”.

10.30 am. Converso, por primera vez, con uno de mis nuevos colegas. Por su edad, podría ser mi papá. Un encanto. Noté que estabas apurada. Le comento mi maratón de la mañana, mientras me tomo mi café. Conversamos temas personales, antes de hablar de trabajo, y así pudimos conocernos un poco más, y comenzar a crear confianza. Es que hay que ponerle humanidad a la situación, me dice. Tal cual.

Siento nostalgia de tiempos presenciales. Esperemos contar con la misma humanidad y empatía cuando podamos tener esta conversación nuevamente en persona, sin una excusa, y con un café.

Comentarios

Zadia

27.05.2021 19:03

Tengo 2 breack, de las clases..los he hecho coincidir con los de la.pega, avisa y me hago em café...lo.tomamos en la barandilla de la.ruby!!!

Graciela

24.05.2021 13:46

Que entretenida historia Karin... un desayuno con condimentos de acción y suspenso ... como la vida misma. Felicitaciones! (De paso nos queda pendiente un café)

Viviana

24.05.2021 12:36

Qué día!!!! Maratónica jornada y cantidad de roles de una super mujer!!! El café acompañada un bálsamo en el día a día...
Gxas Karin, un agrado cómo siempre tus escritos.

Comentarios recientes

23.09 | 01:53

Nada más "calentito" y acogedor que la lana 😍

Entonces se cumplió el objetivo del texto. Gracias Jeni!

23.09 | 01:38

23.09 | 01:01

Refugios... inspiradores, conectados con lo simple de la vida... Felicitaciones a la mejor!

Precioso escrito que me lleva a recordar mis refugios que tanto protejo. ¡Gracias!

22.09 | 23:36

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