Esta fue un pregunta que me formuló mi hijo mayor, a la cual no solo no encontré respuesta, sino que además me surgieron muchas otras preguntas. Primero me pregunté el fenómeno contrario a ser adulto: ¿cuándo aprendí a dejar de ser niña? Cierto es que tenemos un proceso de maduración a lo largo de la vida, que implica dejar de lado actitudes infantiles algo nocivas, pero, ¿por qué también dejamos de lado aquellas tan beneficiosas como jugar, crear nuevos mundos, escenarios lúdicos, y sus personajes?" - 21 de marzo 2021.
En el afán de madres y padres por lograr que los hijos e hijas sean autónomos y autovalentes, es que, unos días atrás, intentaba que mis hijos usaran el cuchillo, partiendo por esparcir la mantequilla. Mi hijo mayor, que ya sabe que este tipo de acciones se enfocan en desarrollar la capacidad de hacer las cosas por sí solo, me pregunta a qué edad aprendí yo a usar el cuchillo. Como es de esperar, yo le respondo la edad que tiene él, y en su defecto, agrego un año. A esto, él replica “¿porque usar el chuchillo es para los adultos?”, a lo cual digo que sí. Sin embargo, él agrega “mamá, ¿y tú cuando aprendiste a ser adulta?”
Luego de superar el impacto que me generó la pregunta – aunque creo que realmente no lo superé, de lo contrario, no estaría escribiendo este texto – me reí, nerviosamente, y le respondí “no sé, mi niño, si he aprendido a ser adulta”.
Y es que, ¿qué es ser adulto? En palabras de mi niño de 6 años, “por lo menos, trabajar”. Interesante, y tal cual: por lo menos. Porque ser adulto es una tarea mucho más difícil que realizar un trabajo y recibir una remuneración por aquello, si es que nos quedamos con esa definición. Sin mencionar, además, la multiplicidad de tareas y funciones, como las tareas domésticas del hogar, que no son remuneradas.
Entonces, no solo no encontré respuesta a la pregunta de mi hijo, sino que además me surgieron muchas otras preguntas.
Primero me pregunté el fenómeno contrario a ser adulto: ¿cuándo aprendí a dejar de ser niña? Cierto es que tenemos un proceso de maduración a lo largo de la vida, que implica dejar de lado actitudes infantiles algo nocivas, pero, ¿por qué también dejamos de lado aquellas tan beneficiosas como jugar, crear nuevos mundos, escenarios lúdicos, y sus personajes?
La consecuente pregunta fue ¿Cuándo aprendiste a dejar de jugar? Afortunadamente, aún quedan adultos que no olvidan cómo jugar y crear, y lo hacen.
En el jugar, a veces ganamos y a veces perdemos. Igual que en la vida. A todos y todas nos gusta ganar, pero no siempre ganamos. Por eso, cuán importante es saber perder, y es un proceso que se aprende. ¿Tú cuándo aprendiste a perder? ¿Lo has aprendido, o aún vives un duelo profundo, doloroso y desgarrador cada vez que pierdes?
De la mano con el aprendizaje de la pérdida, ¿Cuándo aprendiste a frustrarte? Múltiples veces vemos en los niños pequeños actitudes de frustración, entendiendo este concepto como “privación a uno de lo que esperaba”. Se me vienen a la mente las expectativas y cuando estas no se cumplen. Sin embargo, ¿solo los niños se frustran? ¿o es que solo lo demuestran de manera más ferviente? Los adultos, ¿sabemos realmente lidiar / hacer frente / dar la batalla y ganarla / con la privación de algo que esperábamos?
Similar al proceso anterior, ¿cuándo aprendiste a caerte? Una vez escuché la entrevista de un experto en skate, quien señalaba que, en ese proceso, uno aprendía a caerse. Como diría Buzz Lightyear, el personaje del futuro clásico infantil Toy Story, “no estoy volando, estoy cayendo con estilo”. De alguna forma, se trata de caer de tal forma que la caída permita un levantamiento eficiente, relativamente fácil y poco doloroso. ¿Sabemos caer bien? ¿Sabemos levantarnos eficientemente? ¿Para luego volver a caer, y volver a levantarnos, muchas veces más?
A su vez, pensando en las batallas ganadas, en muchas ocasiones la victoria demora, toma más tiempo del que nos gustaría. ¿Cuándo aprendiste a esperar? Ayer en una tertulia con mi marido, nos preguntábamos cuáles eran nuestros aprendizajes de la pandemia, y justamente, uno de ellos es esperar, a que las cosas decanten y germinen en el momento que les corresponde, que no necesariamente es el que nosotros deseamos o creemos que es el correcto.
Siguiendo con la pandemia, cuyo confinamiento nos ha llevado al interior de la casa y de nosotros mismo, ¿cuándo aprendiste a ser lo que el mundo te dijo que fueras? Y ¿cuándo re aprendiste a ser quien realmente eres?
Además, mi hijo está aprendiendo a andar en bicicleta, “eso que nunca se olvida”. ¿Cuándo aprendiste a no olvidar? ¿Cuándo y cómo tu cuerpo aprendió a recordar? ¿Cuándo tu memoria aprendió a seleccionar?
Por último, dejo en el camino, algunas otras preguntas:
¿Cuándo aprendiste a desconfiar de ti mismo; ¿y de los demás?
¿Cuándo aprendiste a reírte de ti mismo?
¿Cuándo aprendiste a dejar de soñar?
¿Cuándo aprendiste a aprender?
Y a ti, ¿qué pregunta te nace sobre el ser adulto?
María Loreto
28.03.2021 21:13
Cosito mas lindo con sus preguntas <3 Heavy!!!!!! Fuerte reflexion
Marcela Cortez
23.03.2021 20:24
Muy cierto lo que escribes. Maravillosas preguntas. Haré el ejercicio de responderlas e intentar llegar a respuestas. Gracias por tu invitación a la reflexión.
Marcela Aracena
22.03.2021 00:50
Aprender requiere un acto consciente de cada uno de nosotros.
Interesante preguntas. Y con tu reflexión me doy cuenta que sigo manteniendo mi niña interna como adulta
Comentarios recientes
23.09 | 01:53
Nada más "calentito" y acogedor que la lana 😍
Entonces se cumplió el objetivo del texto. Gracias Jeni!
23.09 | 01:38
23.09 | 01:01
Refugios... inspiradores, conectados con lo simple de la vida... Felicitaciones a la mejor!
Precioso escrito que me lleva a recordar mis refugios que tanto protejo. ¡Gracias!
22.09 | 23:36
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El Diario de Karin
Escritos de Karin Froimovich, un Trayecto, un Camino