Hablar sobre lo esencial me recuerda al clásico libro infantil – y no tan infantil – “El Principito” cuando dice que “lo esencial es invisible a los ojos, solo se puede ver con el corazón” aludiendo a que, en múltiples ocasiones, lo más importante no es evidente a la vista y se requiere el alma para poder apreciarlo. Algo así como escuchar con el corazón, mirar con los ojos internos, escuchar lo que no es dicho. 18 de abril 2021.
La medida para combatir la pandemia, en Chile, sobre la adquisición solo de productos esenciales, ha puesto en boga el debate sobre este concepto, lo que entendemos por él, y lo que cabe dentro de su definición.
Se han escrito diversas opiniones sobre ello: resulta esencial que los niños puedan asistir al colegio y contar con una educación presencial; un hombre que acudió al supermercado y pudo comprar pisco sour pero no calcetines porque esto último no se considera esencial; “si te da de comer, es esencial”, entre otras.
El gobierno ha definido lo esencial como “aquellos bienes que son imprescindibles para la subsistencia”, “de primera necesidad”. Por su lado, los diccionarios de la lengua española definen esencial como sustancial, imprescindible, principal, notable.
En primer lugar, me llama la atención que solo se hable de “productos” insustituibles, pensando en ello en su aspecto material. ¿Acaso nada inmaterial es imprescindible? El amor de los hijos a sus padres, y de los padres a los abuelos, y de nietos a abuelos, y viceversa en todos estos casos, ¿no es esencial? ¿Sentirse satisfecho, pleno, feliz y en paz con la vida, no es esencial? ¿Vislumbrar un sentido de vida, no es esencial? ¿Levantarse con ganas de vivir y contar con energía física y emocional para ello, no es esencial? Algunos dirán que eso no lo adquieres a través de un producto, y si bien es cierto que no lo permite de manera directa, sí ayudan fervientemente de manera indirecta, por ejemplo, a través de alguna manualidad como es el arte de tejer, o alguna prenda que permita abrigarnos de manera cómoda, entre muchos otros ejemplos, que no calzan con lo esencial acuñado por el gobierno.
Esta semana fui por mi segunda dosis de la vacuna contra el COVID, y siendo una de las escasas salidas permitidas por la cuarentena, aproveché de ir con mi madre. Cuando le comenté esto último a mi tía, hermana de mi mamá, me respondió “qué bueno que hayas podido verla, no sabes lo bien que le hace al alma”. Ambas son personas mayores que, afortunadamente, no están solas, y aún así, sienten un vacío profundo por la presente y constante ausencia presencial de sus hijos y nietos, de compartir su cocina, los juegos de los pequeños, sus aprendizajes, y de traspasarles su experiencia, sabiduría y, sobre todo, su amor. Pienso en la soledad de cuantos adultos mayores, en épocas no pandémicas. Sentirse apoyado y acompañado en el mundo, también es esencial.
Por otro lado, lo esencial proviene de esencia. La primera definición de esencia alude al “conjunto de características necesarias e imprescindibles para que algo o alguien sea lo que es: la esencia de la amistad es la confianza”. Además de fijar el foco en que se trata de un grupo de rasgos y no de uno solo, me desvío a la sentencia “algo o alguien sea lo que es”. Quizás la medida sobre lo esencial debería haber comenzado por ahí: por definir quiénes son quiénes, y desde ahí precisar qué es lo esencial para los distintos grupos sociales que componen la sociedad. Nos encontramos en una sociedad moderna demasiado diversa para poder generalizar lo esencial para todos y todas por igual. Detrás de este concepto y el debate que ha ocasionado, se esconde una la alta inequidad del Chile actual: lo esencial para algunos (pocos) dista mucho de serlo para otros (muchos).
La descripción de lo esencial como se ha hecho hasta ahora, ignora las distintas características y diferencias que componen a la población chilena - en términos económicos, sociales, etarios, de sexo y de género, espacio geográfico que habitan, o nivel socioeconómico, educacional y cultural - desde donde surgen diversas necesidades que dan lugar a distintas cosas imprescindibles. En suma, la medida desconoce las circunstancias por las cuales ha transcurrido la vida de cada grupo social al cual aplica esta restricción.
Otra definición se inclina aún más allá, hacia “lo más puro de una cosa”, es decir, su origen, donde ha nacido, desde donde proviene y se ha creado y formado algo o alguien.
Hablar sobre lo esencial me recuerda al clásico libro infantil – y no tan infantil – “El Principito” cuando dice que “lo esencial es invisible a los ojos, solo se puede ver con el corazón” aludiendo a que, en múltiples ocasiones, lo más importante no es evidente a la vista y se requiere el alma para poder apreciarlo. Algo así como escuchar con el corazón, mirar con los ojos internos, escuchar lo que no es dicho. Esto lo afirma el Principito al explicar el valor de la amistad entre él y el Zorro.
En otro sentido, si bien disto mucho de ser experta en economía, conozco algunos conceptos básicos como la oferta y la demanda: si existe una demanda por algún producto o servicio, se creará la oferta para satisfacerla, es decir, si hay necesidad de algo, alguna industria o emprendedor buscará y encontrará la forma de crear aquellos productos y servicios, y ofrecerlos, y así satisfacer dichas necesidades. En términos simples, si algo está en venta, es porque alguien lo compra / lo necesita / lo desea, y están dispuestas a pagar por ellos.
Entonces, lo esencial no es solo el producto o servicio que satisface una necesidad, sino el trabajo de unos que permite satisfacer esas necesidades de otros, y así, es esencial para quien lo ejerce. No obstante, el trabajo es esencial no solo para subsistir sino también porque, como dijo el pensador Karl Marx del siglo XIX, “el trabajo dignifica”: nos relaciona con nuestra propia esencia, nuestra naturaleza, y con el aporte que podemos hacer a la sociedad a través de él, junto a nuestro conocimiento, experiencia, y las habilidades que tenemos como persona.
Al margen de la discusión actual, se me vienen a la mente muchos productos y servicios esenciales para la sociedad, que no son asegurados para todos ya que no todos tienen acceso a ellos. ¿No es acaso, la salud y la educación un bien / servicio esencial para sobrevivir y desarrollarnos, y que, por ende, debiera estar asegurada para todos, y con calidad, sin depender del nivel de ingreso de cada uno? ¿Y el buen trato al cual todos tenemos derecho a recibir, en la atención, solo por el hecho de ser personas? ¿No son las áreas verdes un bien esencial? Así como un entorno limpio, seguro, libre de miedo y con apoyo de redes sociales (las verdaderas, no las redes virtuales / digitales), habitar una vivienda espaciosa y temperada, respirar un aire puro, poder acceder a la cultura como un buen libro, oír música, disfrutar de una obra de teatro, del arte…
Con esta reflexión y la discusión que se ha instalado, sumado a la vorágine de la pandemia y las dificultades que ha acarreado, espero cuestionarnos sobre lo realmente esencial, imprescindible, insustituible, invisible a los ojos, tanto para la sobrevivencia como también para el bienestar, la felicidad, la salud física, y la salud mental. Lo material, pero sobre todo, lo inmaterial. Porque lo esencial no es solo lo básico, sino lo que nos conecta con nuestra esencia, nuestro origen más íntimo, y con lo más intrínseco de los otros y los lazos que nos conectan. Volvamos a preguntarnos qué es lo imprescindible para cada uno de nosotros, qué cosas dejaron de serlo durante la pandemia, y cuáles pasaron a ser realmente primordiales.
Carolina Carvajal
19.04.2021 06:15
Sin duda un análisis que nos invita no solo a reflexionar el presente, tambien nos hace pensar en que es vital para uno, desde donde nos sustentamos para vivir o bien sobrevivir. Gracias...
Graciela
18.04.2021 22:48
Ideas nitidas sobre esta realidad que aterriza y luego se desprende de lo que es esencial tal como lo ha sido el dinanismo de la pandemia. Simplemente felicitaciones Karin!
Juan Carlos
18.04.2021 22:36
Excelente Reflexión
Comentarios recientes
23.09 | 01:53
Nada más "calentito" y acogedor que la lana 😍
Entonces se cumplió el objetivo del texto. Gracias Jeni!
23.09 | 01:38
23.09 | 01:01
Refugios... inspiradores, conectados con lo simple de la vida... Felicitaciones a la mejor!
Precioso escrito que me lleva a recordar mis refugios que tanto protejo. ¡Gracias!
22.09 | 23:36
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El Diario de Karin
Escritos de Karin Froimovich, un Trayecto, un Camino