Nos vacunamos por los que vendrán. Por nuestros nietos y bisnietos, y por todas aquellas generaciones futuras que aún no nacen, pero que podrán ser inmunes al coronavirus, así como nosotros lo somos a otras infecciones, porque hubo otras generaciones que “probaron” sus curas.
“¡Mira! – me dice un colega de la salud pública, uno de los primeros días de la vacunación del COVID 19, mostrándome el carnet de vacunación - Me vacunaron aquí en el hospital, ¡así que oficialmente ya soy parte de este proceso histórico!”.
Para quienes tenemos la fortuna de contar con más información sobre las vacunas, es obvio vacunarse: no lo cuestionamos, no surge duda, no hay temor a contraefectos mayores. Solo trae beneficios para nuestra salud y la de nuestro entorno, y de por vida.
Pero, para mi sorpresa, he podido notar que esto no es sabido por todos y todas. Que hay mucho desconocimiento, desconfianza, y temor: a que la vacuna me haga daño, a que, a través de ella, se inyecte un agente externo dañino que busca aniquilarnos. Qué paradoja frente a lo que es, intrínsecamente, una vacuna, algo que nos hace inmune frente a un factor externo nocivo. En un clima de desconfianza, incluso las buenas iniciativas generan escepticismo. Como el meme del chileno frente a la vacuna, que esperaba ansioso y rogaba su llegada, pero al momento de que esta aparece, duda de su veracidad: “¿cómo la encontraron tan rápido? Es sospechoso. Para mí que no es real. Que hay una segunda intención...”, aludiendo a que sea un ardid político o un negocio, como otros.
Eso me llevó a pensar qué situaciones, en épocas históricas pasadas, creó este temor, o quién se los transmitió a estas personas que temen, y por qué, cómo, desde qué lugar emocional. ¡Qué mal hemos comunicado, entonces, lo beneficiosas que son las vacunas!
“A ver explícame, por qué tengo que vacunarme” me preguntó una de estas personas suspicaces. En ese momento, sentí una gran responsabilidad de mis palabras que venían. Era convencer, y más aún, persuadir, de la importancia de inmunizarse, de eso que debiera resultar tan indiscutible pero que no lo es.
Porque con la vacuna no solo te proteges a ti, sino a todos los que están cerca de ti ya que, si tú no tienes el virus, tampoco puedes contagiar al resto.
Porque esta inyección fue hecha por humanos, que también temen al COVD 19 y que, con su conocimiento, experiencia, inteligencia, y dedicación, han podido hallar este “escudo protector” a esta enfermedad infecciosa. Es posible que la vacuna no te haga efecto, porque todos los cuerpos son distintos, pero nunca daño de manera intencional (sabiendo que hay cuerpos que responden con efectos adversos a la inmunización). Si llegaras a contraer COVID, es por contagio, pero no por efecto de la vacuna.
Porque somos parte de un proceso histórico. Porque si hoy sobrevivimos, sin dudas ni cuestionamientos, a otros virus, como la hepatitis, la tuberculosis, o la viruela, es porque hubo otras generaciones que también “probaron” una vacuna. Y digo “probar” porque es un hallazgo, debe ser experimentado. Y tenemos la dicha de ser la generación que forma parte de este hito. ¿No es acaso una forma de devolver la mano a nuestros antepasados?
¿Y por qué tienen que experimentar conmigo? Podrán decir algunos. Porque pasaste por el mundo el año 2020, el año en el que se propagó, a nivel mundial, una cepa del coronavirus. Pero eso también da la oportunidad, y el regalo, de poder superarlo, y aportar a que otros lo superen con menor dificultad.
Nos vacunamos por los que vendrán. Por nuestros nietos y bisnietos, y por todas aquellas generaciones futuras que aún no nacen, pero que podrán ser inmunes al coronavirus, así como nosotros lo somos a otras infecciones, porque hubo otras generaciones que “probaron” sus curas.
Creo que también es beneficioso para la salud, volver a confiar en la humanidad y sus descubrimientos, creaciones, e innovaciones para mejorarla.
Vacunarnos hoy, en febrero del año 2021, a menos de un año del primer caso de coronavirus en Chile – el primer caso se registró el 3 de marzo de 2020 – es un hecho histórico sobre el cual enorgullecernos: por lo pronto, por lo ágil, pero, sobre todo, por lo histórico y por el aporte a la humanidad futura que estamos haciendo en el presente.
¿Que el proceso ha sido desordenado? ¿Que han cambiado las poblaciones prioritarias a vacunarse primero? Sí. Ningún gobierno actual sabía gestionar una pandemia porque nunca había tenido que hacerle frente a una, ni tampoco a su proceso de inmunización. Y la priorización en salud no es nunca fácil ya que son muchos los grupos con condiciones de salud más urgentes que otras, todos con los mismos derechos, y con escasos recursos (económicos, humanos, y materiales como las vacunas mismas que no son infinitas). Y lo digo como parte de una población con una condición de salud prioritaria: portadora de una cardiopatía congénita.
Por eso, cuando me preguntan por qué tengo que vacunarme, me siento tentada a responder: para aportar a la humanidad, a su desarrollo, sobrevivencia, persistencia, y trascendencia. ¡No cualquier generación pasa por una pandemia, y menos aún, no cualquiera sobrevive a ella!
Y la persona que me lo preguntó, ¿se vacunó? ¿se va a vacunar? ¡Sí! Es un adulto mayor que, en el día que le correspondía, acudió a vacunarse al CESFAM correspondiente, y su experiencia fue muy positiva: no tuvo dolor ni contraefectos, y el personal de salud fue amable y le explicó todo lo que debía saber. Percibo que ya no tiene el temor inicial que tenía a la vacuna.
Por todo esto, espero tranquila, pero sin bajar la guardia del cuidado (dentro de lo que la salud mental y la fatiga pandémica lo permiten) la fecha de vacunación de las personas con alguna patología crónica, y poder decirle, orgullosa, a mi colega, luciendo mi carnet, “¡mira! ¡me vacuné! ¡Así que ya también soy parte de este proceso histórico!”.
Vivíana
14.03.2021 12:34
Me convenciste!... Si el discurso de las autoridades de salud fuese así, nadie cuestionaría o vería conspiraciones donde no las hay.
Beatriz Banfi
12.03.2021 01:18
Excelente manera de contar esta historia jamas pensada
Manuel Guera
04.03.2021 14:46
Gracias Karin por darnos información y sentido frente a este proceso histórico como tu dices. El “virus” del temor y la desconfianza también se irradia con fuerza y daña.
Raul
04.03.2021 01:07
Muy interesante reflexión, sin duda somos partes de un proceso histórico.
Alejandra Zamorano
01.03.2021 02:48
Buena Karin! Es un tema lo de esta vacuna y también las otras que ya están hace años con nosotros. Todo este miedo a la vacunas fue infundado por el movimiento antivacuna que se ha hecho mundial.
Monica
01.03.2021 10:29
No es correcto, mi sistema inmunitario responde violentamente a las vacunas, de ahí mi reticencia a ellas.
Fran
01.03.2021 01:35
Que bella forma de ver lo que sucede. Me da mucha emoción saber que somos parte de un proceso histórico! Sin duda es un acto de comunidad, de amor hacia el otro.
¡Hermoso texto como siempre!
Ana Rubilar
28.02.2021 19:31
Somos parte de este proceso histórico, que va salvar muchas vidas!!!!
Blanca
28.02.2021 18:56
Buena columna Karin! Entre la desconfianza y el egocentrismo estamos abriendo un camino de posibles encuentros al converger en el acto de aceptar y promover vacunarse. Somos parte de una cadena vital!
Comentarios recientes
23.09 | 01:53
Nada más "calentito" y acogedor que la lana 😍
Entonces se cumplió el objetivo del texto. Gracias Jeni!
23.09 | 01:38
23.09 | 01:01
Refugios... inspiradores, conectados con lo simple de la vida... Felicitaciones a la mejor!
Precioso escrito que me lleva a recordar mis refugios que tanto protejo. ¡Gracias!
22.09 | 23:36
Compartir esta página
El Diario de Karin
Escritos de Karin Froimovich, un Trayecto, un Camino